.EL HOMBRE DEL TIEMPO VIAJA EN TAXI.



EL HOMBRE DEL TIEMPO VIAJA EN TAXI




Era un hombre extraño. Sí señor, esa era su perfecta definición.
Desde pequeño el Señor Antonio me lo decía; “-Pepe sabes leer a las personas Pepe”. El viejo señor Antonio, que de razón tenía, que Dios lo guarde en su gloria. Hasta aquel día jamás tuve problemas para poder leer a nadie. Sí, leer, pero no palabras, no señor. Yo tenía la capacidad de leer personas y no es que tuviesen letras escritas por la piel, no. Yo sabía leer sensaciones de sus vidas. Algunos las regalaban a diestro y siniestro sin tener conocimiento de ello, otros en cambio pretendían ocultarlas mostrando un semblante-máscara. Sí señor, pero de nada le servía si era yo quien los observaba. No se si tendrán conocimiento de esto o si alguna vez lo habrán escuchado. Mi madre al principio, cuando era niño, decía que era observador, que por eso sabía más de los vecinos del piso que ella después de sus tertulias de cotilleos en el patio. Ese patio mal construido que invitaba a maltratarnos a los mosquitos que habitaban en el agua que se quedaba estancada. Los demás niños y personas del pueblo sabían a la perfección que niños vivían en el bloque 46… (pero esto no viene al cuento). El caso es que mi madre se resignó de tal manera que al final acabó diciendo que tenía demasiada suerte. El caso es que jamás, nadie, que conociese de mi capacidad llegó a ponerle un nombre tan claro como mi padre. “Pepe sabes leer personas Pepe”, Sí señor. Me imagino que los psicólogos o la gente responsables de ponerle nombre a esas cosas quizás lo llamasen “leectordepersonas”, así tal y como suena “todojunto”, aunque también, ya que son muy dados a usar siglas, lo hubiesen nombrado “L.P.”, pero claro, nadie lo hubiese comprendido.
-Ese hombre tiene la capacidad de ser un “L.P.”- Y la gente me hubiese mirado de manera incomprensible, preguntándose si era capaz de ser “un disco de larga duración”. Nadie lo hubiese relacionado con “L”ector de “P”ersonas. Pero no me desviaré mas de lo que ya os he perdido de la historia principal.
En conclusión: Era un tipo extraño porque para mi fue una extraña sensación.
-¿Se puede fumar?
-Sí señor, sin problemas- Y comencé a soltarle una retahíla inútil sobre la libertad del fumador y del no fumador, que acabó con una teoría más estúpida aún sobre que los ambientadores de pino se extinguirían cual Dodos en su época. Es lo que tenemos los taxistas. Nacimos con el don de enlazar temas aunque carezcan de sentido. Somos capaces de empezar hablando del tiempo y terminar preguntándonos porqué la mayoría de los abogados que salen en la tele acaban resolviendo sus problemas en un Karaoke chino. El hielo no existía en los interiores de los taxis, nosotros, los taxistas éramos expertos en derretirlo. Nosotros los taxistas nacíamos con un picahielo bajo el brazo.
Aquel tipo que no cuidaba en demasía su dieta alimenticia no dejaba de farfullar inarraciones sin pies ni cabeza. Sin sentido llenaba el salpicadero como si de rocío de la mañana se tratase de gotas de su propia saliva. Parecía que temía el silencio sobre todas las cosas y que si dejaba de martillear sin control palabras el silencio se apoderaría de él y del habitáculo como si fuese un muerto dentro de su propia tumba. El humo que como cascada invertida subía por mi rostro nublaba esa visión, dejándome un amplio tiempo de publicidad del momento muy deseada. El aire dañino angostaba los suspiros que se quedaban guardados en mis pulmones, tiñendo de negro los alvéolos cual haluros de plata con más exposición al sol. No recordaba hacía donde me dirigía, pero sabía que fuera cual fuese el camino, el lugar, algo me esperaba con anhelo e impaciencia.
-¿A dónde me dijo?
-No le dije ningún lugar. No tengo un lugar predeterminado.
-¿Perdone?
-Usted circule…por el centro…debo recibir una llamada en breves minutos que me indicará donde esta el lugar de mi cita…
-Como usted quiera…señor.
El sol inundaba el centro de la ciudad, incluso las grises nubes de polución se habían retirado a la majestuosidad de su fulgor. Era un tipo extraño, me reafirmaba, sí señor. Con el magnífico día que hacía, ¿no prefería pasear?, ¿o simplemente hacer una fotosíntesis ficticia con las células de su piel?. Era extraño, había preferido meterse en la batalla de la circulación del asfalto.
-Hace un día estupendo ¿no creé?
-¿En serío?
Y proseguí cual noticiario, creando estadísticas inventadas sobre el tamaño de los embalses de la perifería y la longitud del nivel del mar tras las lluvias acaecidas durante los meses anteriores.
-El tiempo es cambiante
Dijo tras una calada profunda, como si al fumar, el humo le tapase los oídos y le nublase la visión.
-Ni que lo diga…
-Como las personas.
Lo susurró tan bajo, que casi no lo escuche y en ese instante me acordé de mi primo Estanis y su doble personalidad, bipolar era el tío, sí señor. Así me dijo su madre cuando me lo contó…aunque yo algo de eso había leído en él…y los recuerdos se convirtieron en diálogos, ya saben ustedes, nacemos con un picahielos bajo el brazo al nacer….
No me importaba el verano que había pasado con su primo bipolar en las playas de málaga, ni lo que eso le había impedido ligar en las discotecas; pero sentí el calor y la humedad como si sus palabras me hubiesen transportado aquel lugar. Que ironía un taxista que te invita a viajar en palabras. Solo esperaba que no tuviese que pagar también por esa carrera. Me dejé ir por sus palabras y de pronto empezó a crecer. Una neblina de humo que no procedía de mi cigarro se volvía densa en la parte trasera del taxi, como la atmósfera de la discoteca “El cubanito” que el taxista me describía,
-…mi primo Estanis se sofocaba en lugares de un ambiente tan denso, era mas gordo que yo; yo aunque no lo parezca juego al futbol los domingo con los hermanos de mi mujer, tenemos un nombre y todo, los pepinos (risotadas)…
Abrí la ventanilla para que el vahó y el humo bajasen en el destino en el que nos encontrábamos, obligandole a que ese fuera su parada. Cristalinos diamantes brillaban sobre un cristal sucio. Hipnotizado ví como las gotas de lluvia se aferraban fuertemente a él. ¿Cuándo había empezado el tiempo a cambiar?
Y sí, señor, aquel tipo extraño parecía haber visto un fantasma; miraba el cristal como si su vida dependiera de ello. Cansado y con miedo acercó su mano a la manivela y bajó el cristal a la altura de la nariz. Comprobó con la palma fuera del coche si caían gotas de agua…pero no, el sol pegaba bofetadas; Y sí señor, créanme cuando les diga que no me sorprendí cuando le vi tocar el cristal por su interior y arrastrar en ellas miles de gotas…
Y por fin, con ese simple gesto me dejó leer su vida, leí su persona, le leí.
…era la historia de un hombre tan gris, como nube antes de tormenta, que hizo llover dentro de un taxi…
Era el hombre del tiempo que viajaba en taxi.
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-Y sí, señorita, ese tipo me llovió en el taxi en un día de cielo celeste soleado. Hay algunas personas que no solo dejan que se lea sobre ellos; sino que te lo muestran por que la máscara, la mentira, es mas frágil que lo que verdaderamente llevamos dentro. Cualquier otra persona normal, como usted; no se ofenda; habría pasado por alto a aquel tipo extraño, porque usted no es capaz de leer a nadie, a excepción de los autores de los libros, ¿no es cierto?...
-Emmm, no, claro que no…-le contesté.
-Yo sí, sí señor, si lo leí, al final, como decía mi padre…
Repetí en mi cabeza “Pepe sabes leer personas Pepe…y su horrenda muletilla…Sí señor…”
-Gracias- me despedí del taxista y pensé en la gran imaginación que debían tener al estar todo el día esperando clientes y oyendo sus historias o sus silencios. Metí la mano en el bolso para pagarle al taxista; Rápidamente e inconscientemente la saque. Con miedo, con terror. Me reí, con vergüenza de mi propio pensamiento- jaja ni que mi bolso me fuera a comer ahora la mano- Después de la historia del taxista mi imaginación quería coger camino libre para crear; menos mal que aún vivía junto a mi una pizca de lógica. A los taxistas les encanta hablar, fue mi conclusión. Miré mi reloj, solo me quedaban unas horas para entregarle el trabajo de técnica a Israel.
-Perdona-.
La voz del taxista me interrumpió la planificación del tiempo que tendría para llegar a la escuela.- Coge paraguas, hoy va a llover…
-Gracias- le contesté y miré al cielo. El sol brillaba.

Z.C.M

A Roberto por interpretar tan bien la idea del personaje.
A Israel.


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